La evaluación es uno de los
componentes principales del proceso educativo, caracterizada, en el discurso teórico,
como permanente, progresiva, práctica, crítica, flexible, global,
participativa y cualitativa. Sin embargo, en la práctica pedagógica de los
profesores de educación básica, sólo se ha entendido como obligación
institucional, como control disciplinario y como asignación de
calificaciones, menos como una práctica reflexiva del proceso educativo.
A la evaluación la han despojado de su carácter educativo,
pues hoy en día sólo se utiliza para calificar y/o clasificar, no
para problematizar el proceso formativo de los sujetos; es decir, ha perdido su
sentido formativo y ha dejado de ser un proceso consciente.
Scriven (1967) integra de lleno la Evaluación en el proceso de enseñanza y aprendizaje tomado en su globalidad, distingue entre evaluación formativa y evaluación sumativa. Este tema ha sido profundizado por Bloom, Hastings y Madaus (1971, 1981) quienes agregan una nueva categoría, la evaluación diagnóstica o inicial. Cabe señalar que estos tres tipos de evaluación no se excluyen, al contrario son complementarios, y cada uno desempeña una función específica en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
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